Por peores e innumerables que hayan sido nuestros
defectos, confiemos en que Ella siempre nos responderá
con absoluta misericordia; y que por los méritos
de su sonrisa inmaculada junto a Jesús,
María nos obtendrá la bienaventuranza eterna.
«Pertenecer a la Iglesia es cosa muy alta y muy ardua. Debemos pensar como la Iglesia piensa, sentir como la Iglesia siente, actuar como la Iglesia quiere que procedamos en todas las circunstancias de nuestra vida. Esto supone un sentido católico real, una pureza de costumbres auténtica y completa, una piedad profunda y sincera. En otras palabras, supone el sacrificio de una existencia entera.» ~ Plinio Corrêa de Oliveira ~
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